Como cada año y con la llegada de lo que se dice "el buen tiempo", siempre ocurre lo mismo en las calles de mi pueblo llamado Piles. Los perros parecen no tener leyes y muchos de ellos vagan libremente, cual gacela Thompson por la sabana, por las calles meando y cagando como posesos para marcar territorio.

Esta mañana iba con mi hermano a casa y nos hemos dado cuenta que el Carrer Forn está hecho una verdadera pena. ¿Es qué no pasa el camioncito de limpiar? Está plagado de "minas" de perro y pis por todos lados y el olor se nota a cien metros. Toda Piles está igual pero creo que mi calle es la que se lleva la peor parte. En cada esquina una meada, a cada metro una cagarruta. Voy a por el pan y parece una carrera de obstáculos. Para nada se me ocurre apartar la mirada del suelo para ver si hay nubes en el cielo pues podría sufrir en la suela de los zapatos el tacto del material semisólido que los animales no necesitan en su cuerpo y ser acopañado de su particular y embriagador aroma, acompañado de una expresión tan Pilera como es el "Mecaguen Deu" (esto corre por mi cuenta)

Pero es que además el Carrer Forn sufre otra oleada de "tocapelotas". Hay uno tipo (no sabemos quien es) que su coche todos los días pierde aceite, gasolina o vete tu a saber y allí donde aparca siempre está el charquito y para culminar su obra siempre pone papel o cartón para que no se note. Imaginaos estos días que estuvo lloviendo como estaría el cartón.


Con esto quiero decir que en Piles hay bastante "tontaco". Si tienes perro, pasealo con correa, te vas al pipi-can más cercano y que tu perro se desahogue. Después recoges la mierda y lo aprovechas para hacer abono o casitas como los Masai.
Al gili del coche decirle que "Perfecto" creo que aún tiene abierto el taller. Que se pase y que le pegue un vistazo o si no se queda sin pasar la ITV.
En cuanto al servicio de limpieza, no se a que esperan para que pase y pegue un buen "fregao" a las calles antes de que nos acostumbremos al olor de la mierda y pis de los canes como si estuviéramos en la Edad Media. Solo nos hace falta escuchar el "agua va" y que los vecinos tiren su orín en la calle.